lunes, 17 de mayo de 2010

De ricos y pobres



Robaba a los ricos y repartía el botín entre los pobres. Ridley Scott termina su último trabajo cinematográfico donde comenzaban sus piruetas Errol Flynn o Kevin Costner. Quizás no le interese la acción y el espectáculo gratuitos, sino la justificación del mito: el poder siempre traiciona al oprimido y tan solo queda rebelarse.


Scott, director siempre sagaz e inteligente, habla, tal que lo hiciera en Gladiator, de aquella lejana época, invitando al espectador a adivinar las evidentes relaciones con ésta. El mundo siempre es el mundo, antes y ahora, plagado de gangsters (más o menos americanos o más o menos romanos) de traje y corbata o que visten toga viril. Dentro de cualquiera de nosotros puede incluso anidar un rabioso alien, cuyas fatales consecuencias nos inviten a comportarnos cual Hannibal Lecter lo hace frente a la mediocridad de una sociedad corrupta (ética y estéticamente).


Observen a su alrededor. Juzguen la situación y díganme si no dan ganas de tomar el arco y la flecha.

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