miércoles, 18 de noviembre de 2009

Luna nueva, luna vieja


Desde que John William Polidori, basándose, probablemente, en sus tormentosas relaciones con Lord Byron, compusiera El vampiro, tan célebre personaje deja los arquetípicos terrenos de lo folklórico y se sofistica, transformándose en un seductor impecable que el cine va a utilizar y potenciar desde temprana edad.


Hoy por, hoy, el vampiro es uno de esos personajes de ficción a los que el celuloide, con mayor o menor fortuna, le ha incado el diente.


Personalmente, el personaje del vampiro comenzó a fascinarme gracias a una película española, titulada Pastel de sangre, que pude ver en el proyector de Súper 8 que mi abuelo tenía en su casa. Si mal no recuerdo, una de las cuatro historias que conformaban aquella película de Francesc Belmunt trataba el asunto. El Drácula de Terence Fisher también me encantó, cuando, también de niño, la vi en televisión, por vez primera, en aquel programa de grato recuerdo: La Clave.


Desde entonces, ha llovido mucho. Ahí van unos cuantos títulos imprescindibles para introducirse en el maravilloso tema del vampirismo en el cine:


Nosferatu (F.W. Murnau), Drácula (las versiones de Browning, Fisher y Badham), Las amantes del vampiro (Roy Ward Baker), El gran amor del conde Drácula (Javier Aguirre), Bram Stoker's Drácula (Francis Ford Coppola), Entrevista con el vampiro (Neil Jordan), Cronos (Guillermo del Toro), Los viajeros de la noche (Katrhyn Bigelow).


Los fans estamos de enhorabuena. Hoy mismo se estrena Luna nueva.


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