domingo, 1 de marzo de 2009

Viernes 13 (2009)


Como epílogo del texto que escribí para este “blog” hace algunos días, sirva este pequeño comentario de Viernes 13 (2009), el esperado “remake” de la exitosa película que Sean S. Cunningham dirigiera hace ya tres décadas.

Lo primero que cualquier fan aprecia al inmiscuirse en los nuevos territorios de esta actualización del clásico es que no se trata exactamente de un “remake” de la primera parte, sino más bien de un homenaje a las cuatro primeras partes de la saga, con referencias que cualquier buen conocedor sabrá apreciar. Asistimos a la decapitación de la madre de Jason (primera parte); nos introducimos en el siniestro hogar del monstruo, donde conserva la cabeza de la misma (segunda parte); nos enfrentamos a un Jason con la cabeza cubierta por telas y, más adelante, ya con su característica máscara de Hockey (segunda y tercera parte); y confiamos en la tenacidad de un personaje que acude a Cristal Lake en busca de su desaparecida hermana (aparecía un personaje similar en la cuarta parte, si mal no recuerdo). Así las cosas, el personaje de Jason acapara todo el protagonismo de esta película, lo cual, aunque se desvía de la pretensión de nueva versión de la película de Cunningham es todo un acierto, en tanto en cuanto Jason es el icono representativo de toda la saga, el personaje popular que todo el mundo identifica con Viernes 13. Así las cosas, este Jason remozado respeta todas las convenciones de su cercano antepasado: fuerza descomunal, aura casi sobrenatural y una sorprendente capacidad de supervivencia (lo que contribuye, como es tópico) a propinar el susto final que deja, una vez más, la saga abierta. Entre las novedades podemos señalar que Jason parece haberse unido a la moda del zombi corredor; ya no se limita a andar con cierto aplomo sino que nos sorprende con alguna que otra carrera. Además, este nuevo Jason hace prisioneros, cual aspirante a carcelero de Guantánamo.

Marcus Nispel, que es todo un especialista en rodar versiones (tres tiene ya en su haber), confunde los parajes propios de la saga de Viernes 13 con los de su versión de La matanza de Texas, pero su neogótica apuesta estética no perjudica a un producto que, por encima de todo, resulta entretenido. Viernes 13 (2009) apenas deja tiempo de respiro; su electrizante prólogo (veinticinco minutos de acción pura) tan solo deja una hora escasa para una rápida presentación de personajes y su rápida ejecución, por lo que estamos ante uno de los títulos más adrenalíticos de la saga, si bien algo más contenido en aspectos “gore” que algunas de las partes de la serie. Sin embargo, su diseño de producción es mucho más elaborado que el de la mayoría de películas de Viernes 13.


En resumidas cuentas, un más que digno homenaje a una de las míticas series del moderno cine de horror.

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