martes, 21 de abril de 2009

Boris Godunov


Hace ya algunos años que estuve disfrutando de una magnífica adaptación que La Fura dels Baus hizo de La filosofía en el tocador del Marqués de Sade. De La Fura, hasta aquel entonces, había oído hablar mucho, pero no había tenido la inmensa suerte de ver ninguno de sus espectáculos. Desde aquella inolvidable experiencia en el Tívoli de Barcelona (con pelotera inclusive por gentileza de una ex novia algo pazguata que se sintió profundamente ofendida por lo que había contemplado) me hice devoto del popular grupo; así que no me lo pensé dos veces cuando el otro día me enteré de que representaban, en Zaragoza, Boris Godunov (ya saben, la obra en la que, en mitad de la función, un grupo de terroristas toma el teatro). La experiencia, quizás porque uno es algo más viejo o ya va predispuesto, no fue tan impactante como la de La filosofía en el tocador, pero sí que hubo un par de momentos en los que el miedo subyugó al respetable, en los que en el escenario (y fuera de él) se prodigó el mágico instante de lo catártico, ese que ya los griegos buscaban con sus tragedias.


Original (aunque a estas alturas ya está todo más que visto) La Fura saca la obra del escenario; todo se transforma en teatro y uno, por momentos, se siente actor o, casi mejor, siente que jamás ha dejado de serlo en esta farsa de la vida en la que todo es relativo (afortunadamente). La vida es sueño y siempre termina siendo muerte, compañera inseparable que aparece en el más inesperado de los momentos, como ese en el que me encontré con un tipo enmascarado apuntándome nervioso, irrumpiendo con furia en la plácida cotidianidad de una representación convencional. Mi vida tan solo dependía de un leve movimiento de su dedo, así que, ¿para qué discutir, como hacía mi ex novia pazguata, con quienes más cerca tenemos? ¿No comienza por ahí la imparable cadena de violencia que nos circunda?

1 comentario:

  1. Gracias a mi actual novia, gasté el precio de la entrada (y más aún) en ropa que ni quería, ni necesitaba. La Fura (como el cine en v.o. y otras delicatessen), en nuestra relación... "ni están, ni se esperan".

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