lunes, 22 de junio de 2009

La última casa a la izquierda


Dentro de poco tiempo se estrenará una nueva versión de uno de los grandes clásicos del cine de horror de los años 70: La última casa a la izquierda. Si en su momento la película de Wes Craven ofrecía una rompedora radicalidad, un retrato casi documental (desnudo de adorno) de un depravado crimen y su posterior venganza, la nueva propuesta, firmada por Dennis Iliadis, no solo no aporta nada nuevo sino que dulcifica innecesariamente los contenidos.


Similares propuestas estéticas (y temáticas) a las que planteaba Craven en los inicios de su carrera tuvieron cierta relevancia en los años 70, década clave para emergentes talentos de la industria cinematográfica norteamericana que acabaron facturando productos (y ganando algún que otro Oscar) mucho más complacientes para con la mentalidad capitalista; mucho más dispuesta a producir, como es lógico, películas sin atisbo de inconformiso, modelos de ficción a imitar en nuestras vidas reales (no hay que olvidar que el cine es un hábil sistema de colonización intelectual, que inculca valores y pretende incluso enseñar la manera de amarse).
Hoy por hoy, Wes Craven ha quedado engullido por la industria cinematoráica más convencional; y maneras distintas de entender el cine (y la vida) como, por ejemplo, la “nouvelle vague”, son fenómenos a estudiar en universidades (¿hace cuánto que no se estrena una película de Godard en salas comerciales?) Lo peor viene cuando los que presumen de críticos de cine corren a ver Una conejita en el campus mientras que aborrecen la última propuesta de Lars von Trier. Y así nos va…

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