lunes, 1 de junio de 2009

Vota, vota... la pelota



Cambiando de canal a la caza de alguna peliculilla intrascendente asisto estupefacto al espectáculo de la campaña electoral. Veo algún que otro anuncio e interpreto que no hay contenido tras una superficie que se me antoja agresiva. Yo pensaba que lo de la política era discurso y reflexión, pero eso debía ser en los tiempos de Cicerón y Marco Aurelio, que tuvieron además a bien dejar algún que otro discursillo o meditación que este ciudadano, llevado por el despiste, ha leído. Disculpen mi retraso e ignorancia. Yo no sabía que, hoy por hoy, la cosa había cambiado tanto, que lo que se lleva ahora, en nuestra avanzada democracia, es el frenesí hiriente del vacuo discurso audiovisual. Yo esperaba que nuestros diversos representantes expusieran sus ideas, sus proyectos, tranquila y pausadamente, incluso con amabilidad; pero tan solo veo unos tipos (y unas tipas) tremendamente cabreados, que se dedican a proferir improperios con los que tratan de persuadirnos para que los votemos a ellos o, cuan al menos, vayamos a votar. Pues, en vista de lo ocurrido, prefiero seguir a la caza de la peliculilla intrascendente y, el día de las votaciones, a lo mejor me dedico a ampliar mi desfase secular releyendo alguna anacrónica inmundicia platónica.

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