lunes, 5 de octubre de 2009

Thirst (Sitges 2009)


Parafraseando a Rafael Sánchez Ferlosio, más que pensar, imaginamos. Cuando la realidad se impone, toda idealista concepción del mundo varía, por necesidad. Somos demiurgos sometidos a constantes mutaciones, de cuerpo y alma. Así, Thirst nos habla de la débil estabilidad de nuestras certezas a través de la curiosa historia de un sacerdote transformado, casualmente, en su reverso tenebroso: un vampiro sediento de sangre. Park Chan-wook, que con Thirst confirma su maestría, lleva el trillado terreno del vampirismo a unas inusuales cotas de originalidad, dando una visión novedosa de una tópica que, bajo su quirúrgica mirada, se refresca a cada escena. Thirst puede verse como un trascendente ejercicio de estilo, si bien resulta imposible no caer bajo el hechizo de su sentido del humor y pasional carga emotiva. Una película diferente, digna de ser vista para experimentar toda su indescriptible grandeza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario