martes, 24 de febrero de 2009

La poética de la derrota


En algunas derrotas suele haber belleza y dignidad. En ese héroe que se lanza a la vorágine de la aventura, y que muere asaeteado, tratando de erradicar el mal, reside la hermosura de lo trágico; quizás porque toda vida es inexorable camino hacia la muerte. Así, la última película de Darren Aronofsky tiene la fuerza de lo decadente, de esa luz que se apaga por momentos y que tratamos de recuperar sin lograrlo. En The wrestler, el personaje de Mickey Rourke se enfrenta a los caminos tortuosos de la vida y, tras sufrir sus amargas espinas, decide cambiar su rumbo, andando, con la cabeza alta y el corazón infartado, por la única vía que conoce bien y que le otorga momentos de dicha. A pesar de las convencionales advertencias de quienes supuestamente lo estiman, este luchador derrotado vence en ese salto final porque, como en los sabios versos de Manrique, consiente en su morir con voluntad placentera.

Rourke, derrotado en los Oscar, continuará adelante, con esa poética belleza de la derrota.

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