miércoles, 21 de enero de 2009

Tiro en la cabeza


Hoy mismo se estrena en Zaragoza, gracias a su Filmoteca, Tiro en la cabeza, tercera película de Jaime Rosales. Como ya he dicho en alguna ocasión, Zaragoza es ciudad parca en estrenos interesantes. Uno puede ver Guerra de novias en todas las salas de nuestra ciudad, pero jamás podrá disfrutar, ni en tan solo una sala, de títulos como Inland Empire o JCVD.

Tras la magistral Las horas del día, Jaime Rosales rizó el rizo con La soledad, ganando los ansiados premios Goya. Si ya me gustó este “cineasta que va a la suya” con su primera película, terminó de enamorarme con La soledad, pues llegué a verla dos veces y casi de seguido. Creo que Rosales es una de las voces más libres y personales de nuestro panorama cinematográfico nacional, uno de esos autores de pura cepa, a los que les importa un bledo la viabilidad temática o estética de sus propuestas. A quienes todavía no hayan visto ni Las horas del día ni La soledad les invito a ello desde estas líneas, pues ambas gozan de ediciones en DVD. Quienes, como yo, no hayan podido disfrutar de Tiro en la cabeza, tienen oportunidad de hacerlo en los siguientes pases, si mi información no está equivocada:

Miércoles 21 de enero: 20 horas.
Jueves 22 de enero: 22 horas.
Viernes 22 de enero: 22 horas.
Sábado 23 de enero: 18 horas.

Por si alguien no lo sabe, la Filmoteca está ubicada en el Palacio de los Morlanes y la entradica tan solo cuesta dos euros. La sala deja bastante que desear, y en ocasiones la proyección, pero eso es harina de otro costal a la que, a su debido tiempo, dedicaré su espacio.

1 comentario:

  1. La vi el miércoles, con el patio de butacas a rebosar. Era una buena oportunidad, aunque la comodidad de la (mini)sala deje mucho que desear: la fila de delante a un palmo y sus ocupantes no bajaban del metro ochenta... ¡por cabeza(s)! Cine mudo, que no silente, el cual dio la oportunidad de amplificar toses invernales y risas contenidas de adultos y posadolescentes (me tocó un colegio inglés en la sesión)ante la peculiar forma de contar las cosas de Rosales. La idea de la cotidianeidad más sosa, ya expresada por el AUTOR en sus dos anteriores títulos, se crece en esta interesante cinta que nos invita a ser voyeurs. El final (quizás un tanto alargado), sorprendió a más de uno y provocó botes en los asientos. Una película recomendable para paladares exquisitos y gente tan curiosa como atrevida. Lo mejor: la mirada de su protagonista cuando localiza a sus objetivos en el restaurante.

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